AutoHebdoSport
0

Noviembre, 2021

AUTOhebdo fue la primera revista en la que trabajé como periodista del motor, una profesión que me ha permitido ganarme la vida, haciendo lo que más me gusta. Si la memoria no me falla, mis primeras colaboraciones con la revista se remontan a 1988. Yo hasta entonces había disputado cinco años el Campeonato de España de Rallyes participando en las Copas Panda, Fiesta y Corsa, y dos temporadas en la Copa Suzuki en el Nacional de Tierra. Mi llegada a AUTOhebdo fue un tanto casual, ya que hasta entonces yo estudiaba Ciencias Empresariales y trabajaba en una asesoría fiscal, una actividad que, reconozco, me aburría soberanamente. Fue el 23 de diciembre de 1987, en el taller de Meycom en la calle Elfo de Madrid, donde coincidí con Javier Bueno, por aquel entonces redactor jefe de AUTOhebdo, al que conocía de las carreras y con el que tenía muy buena relación. El plan era tomar el aperitivo y celebrar las fiestas de Navidad, pero el “aperitivo” se prolongó tanto que casi no llego a la cena de Nochebuena en casa.

Aquel día, además de conocer a José Fernández Pacheco, “El Malo”, como llamábamos a Javier, me propuso colaborar con la revista para hacer algunas pruebas. Me hizo mucha ilusión, y por supuesto le dije que cuando él quisiera. Quedó en llamarme, pero pasaban las semanas y no recibía noticias. Un día decidí tomar la iniciativa y llamarle yo. Al día siguiente, Javier me estaba “endosando” una comparativa de tres coches: AX GT, Polo GT y del tercero no me acuerdo. Reconozco que aquella prueba me costó muchísimo escribirla, pues apenas sabía manejar la Olivetti y no sabía ni por dónde empezar.

El caso es que a partir de ahí empecé a colaborar con la revista cada vez de forma más intensa, hasta llegar un momento en el que se convirtió en un trabajo. Hacía de todo, pruebas, presentaciones, viajes, sesiones de fotos, cubrir alguna carrera, etc. Fueron casi un par de años maravillosos en los que tuve la suerte de conocer a muchos compañeros de profesión. Luis Ramón Criado era el jefe, y además de Javier Bueno también trabajaban allí Fermín Rodríguez, José Luis Ganchegui y el gran Pacheco, con el que coincidiría después en Motorpress Ibérica. En aquellos tiempos, por AUTOhebdo pasaron otros compañeros y buenos amigos que empezaban, como Álvaro Acevedo, Ramiro Mansanet y los hermanos Jaime y Emilio Olivares.

Y es que AUTOhebdo era ya por aquel entonces una auténtica escuela de periodistas del motor. Fuimos muchos los que nos iniciamos en esta maravillosa profesión en AUTOhebdo. El ambiente era extraordinario, pero los medios eran muy limitados, lo que suplíamos con muchas horas de dedicación. No importaba, ya que aquel trabajo nos encantaba y lo hacíamos siempre con la máxima ilusión. Éramos muy jóvenes y siempre estábamos pensando en hacer la prueba más alocada o las fotos más espectaculares. Una foto no valía si el coche no salía de costado, dando un salto o en tres ruedas, y si eran dos, mucho mejor.

En AUTOhebdo siempre me facilitaron las cosas para seguir compitiendo y valoraban que lo hiciera, en aquellos tiempos disputando el Nacional de Raids. Eso sí, el trabajo no estaba muy bien pagado, pero mi paso por la revista me permitió aprender muchísimo y conducir al límite coches que ni en mis mejores sueños hubiera imaginado catar: BMW M3, Sierra Cosworth, Lancia Integrale, Porsche 911, etc. Mis amigos flipaban al verme cada semana con un coche diferente, y no digamos ya el portero de la casa de mi novia.

AUTOhebdo fue mi trampolín, y tras aquel período de aprendizaje no tardó en llegarme una buena oferta para entrar en el Grupo Motorpress con una nómina decente y unas condiciones laborales bastante más favorables. Reconozco que me costó mucho dejar AUTOhebdo, pues era la revista que más me gustaba por aquel entonces. Las carreras eran mi pasión, y AUTOhebdo ha sido siempre la auténtica “biblia” para los aficionados al automovilismo, una actividad que tengo la suerte de poder seguir practicando de vez en cuando treinta y tantos años después. Tras dejar AUTOhebdo a finales de 1989, pasé un tiempo en la revista Auto Mecánica antes de entrar en Automóvil, la revista de mi vida, donde he pasado más de tres décadas haciendo pruebas y disfrutando a tope del mundo del automóvil. Se dice pronto. Pero, aunque trabajaba para la competencia, reconozco que todas las semanas seguía comprando AUTOhebdo.

No es de extrañar que cuando hace un par de años recibía la noticia por parte de mi buen amigo Rafa Cid del cierre de la revista me llevara un enorme disgusto. Para el automovilismo nacional era una auténtica tragedia, y los aficionados nos quedábamos un poco huérfanos. Es evidente que con la llegada de internet las publicaciones de papel lo han tenido cada vez más difícil, pero, sinceramente, creo que aún hay espacio para las revistas tradicionales, y sobre todo en el nuevo formato mensual, que se ha convertido en un objeto de colección. Tanto los pilotos como las marcas, y sobre todo los aficionados, le debemos mucho a AUTOhebdo, y además de disfrutar de su contenido tenemos la obligación moral de apoyarla. Por mi parte, seguiré acudiendo todos los meses al kiosco para disfrutar de sus reportajes.

 

Nº 1765 (Noviembre, 2021) 

Juan Collín

Periodista del motor

*Las opiniones expresadas en esta columna son personales y no reflejan necesariamente la línea editorial de la revista.