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En la sesión de clasificación Senna firmó el decimotercer mejor tiempo, superando a su compañero Johnny Cecotto por más de ocho décimas.

Se cumplen 40 años de una de las actuaciones más memorables en la historia de la Fórmula 1. En la 42ª edición del Gran Premio de Mónaco de 1984, un joven Ayrton Senna, al volante de un modesto Toleman, realizó una remontada épica bajo la lluvia.

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El próximo 3 de junio se cumplen cuatro décadas de una de las actuaciones más portentosas que se recuerdan en la Fórmula 1. Curiosamente, su protagonista no se alzó con la victoria en aquella inolvidable 42ª edición del Gran Premio de Mónaco,celebrada en 1984. Pero la exhibición magistral bajo el diluvio de un novato llamado Ayrton Senna deslumbró al Planeta. En su sexta cita en la Categoría Reina, y al volante de un poco competitivo Toleman, firmó una remontada épica ante los asombrados ilustres rivales de la parrilla. Pero no pudo culminarla. Cuando estaba a punto de dar caza al líder de la prueba, Alain Prost, éste logró que se detuviera. De ese modo, el brasileño se quedó sin su primer triunfo, que fue a parar al francés, pero no sin la gloria, ni el reconocimiento general.

La decisión de suspender la prueba enfureció al paulista. Consideraba que se había favorecido al rival galo de McLaren, paisano y amigo del entones presidente de la FISA, Jean-Marie Balestre. Sin embargo, ese segundo puesto, su primer podio en la Categoría Reina -y en el Principado-, sacudió el paddock.

Es más, aquella exhibición antológica en uno de los escenarios más exigentes y condiciones extremas, se convirtió en la carta de presentación de un corredor de talla mundial.

Un piloto de 24 años, delgado y aparentemente tímido aterrizaba en el Gran Circo para alterar la jerarquía de este deporte y marcar una época dorada. A partir de esa obra maestra, propia de un genio, todos los focos se fijaron en él. Había nacido una estrella... y su idilio con las avenidas de Montecarlo. Allí estableció los récords imbatidos de seis triunfos-cinco de ellos consecutivos-, 5 poles y 8 podios en diez participaciones.

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Toleman, una escudería familiar

Para situar en contexto la hazaña del brasileño, explicar que Toleman era una modesta formación. Como correspondía a una iniciativa y estructura privadas, sus recursos resultaban muy limitados. No podían soñar con pelear con los equipos punteros.Fundada apenas tres años antes (1981) por Ted y BobToleman, no había sumado ningún éxito relevante.Ni victoriasni podios.En el Campeonato Mundial de Constructores de 1983 había conquistado la novena plaza de un total de trece equipos participantes. De hecho, hasta ese año no habían llegado los primeros puntos conel británico Derek Warwick y el italiano Bruno Giancomelli. Precisamente, ambos abandonarían el equipo a final de curso, dejando la puerta abierta al brasileño.

A pesar de ser consciente del limitado nivel de la escudería, Senna no dispuso de otro volante para aterrizar en la Categoría Reina del Automovilismo. Y ello, a pesar de que en el verano de 1983 había realizado un test con Williams, asombrando a su propietario. De hecho, Frank Williams se quedó perplejo con el talento deese piloto carismático al ver cómorecortó más de un segundo el récord de pista. Sin embargo, no pudo contratarle.Ya tenía su alineación confirmada para 1984. Algo similar le sucedió con McLaren, con los que también probó. Sin duda, había llamado la despertado la atención de renombradas formaciones por sus grandes resultados en categorías inferiores en Inglaterra. Allí se había trasladado a vivir para desarrollar su trayectoria profesional desde su Sao Paulo natal, lo que le supuso un gran sacrificio personal, familiar y sentimental.

Antes esta compleja situación en el mercado de pilotos, Senna no tuvo otra opción que fichar por Toleman. No quería esperar más tiempo para acceder a la Fórmula 1.Sin embargo, siempre fue un hábil negociador. Y así lo demostró. Sabedor de que su monoplazase había retirado en más de la mitad de las citas de 1983, impuso una cláusula de salida en su contrato. Cien mil dólares sería el precio por abandonar el equipo británico si lo deseaba tras el primer curso. Precisamente, esa cautela le permitiría poner rumbo a Lotus una año después.

El comienzo de la temporada fue una montaña rusa de emociones. Sufrió sendosabandonos por averías en Brasil y Francia. Pero lo que más le dolió fue el hecho de no clasificarsepara disputar el Gran Premio de San Marino. Dicha circunstancia le sucedió entonces por primera y única vez en la Fórmula 1. Sin embargo, dos sextos puestos en Sudáfrica y Bélgica le permitieron acumular kilómetros y adaptarse a su humilde montura, transformada en unas manos prodigiosas. Pronto demostró que extraía del TG184 más de lo que el bólido podía ofrecer en teoría. Dicho de otro modo,ensanchó el rendimiento del monoplaza.

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Ya en Mónaco, se mostró confiado. Declaró con tono sereno, modesto y reservado que se había adaptado bien a la pista donde jamás había competido. Tambiéndestacó la dificultad extrema de un escenario tan desafiante: “Por suerte logré adaptarme a la pista. Un mínimo error supone un accidente.”, explicó a Reginaldo Leme, comentarista y paisano en O Globo, medio de su país.

En la sesión de clasificación Senna firmó el decimotercer mejor tiempo, superando a su compañero Johnny Cecotto por más de ocho décimas. Sin embargo, las limitaciones técnicas del Toleman le alejaron 2,3 segundos (en seco) del tiempo de la pole lograda por Prost (1:22.561).

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Mónaco, condiciones dantescas

El día de la carrera las condiciones climatológicas resultaban terroríficas en la tierra de la familia Grimaldi. El asfalto se había transformado en un océano. Esto obligó a retrasar el inicio de la prueba cuarenta y cinco minutos. Ese fue el tiempo empleado por un camión de bomberos en‘regar’ la zona del túnel, la cual, obviamente estaba seca. Con esa iniciativa, se trató de replicar las condiciones en mojado del resto del trazado, para que así los neumáticos rindieran adecuadamente.

Bajo una lluvia torrencial que dibujaba un escenario apocalíptico arrancó la prueba. Las nubes descargaban con furia y la visibilidad era mínima en una jornada oscura. Alain Prost (McLaren) mantuvo la primera plaza desde la que partía, escoltado por Nigel Mansell (Lotus). Inmediatamente, a sus espaldas se desató el caos. Numerosas colisiones y abandonos evidenciaron que sólo los elegidos y más virtuosos verían la bandera de cuadros.

Mientras, el verdadero espectáculo se estaba produciendo unas posiciones más atrás. La cita en mojado ‘igualaba’ las prestaciones de los monoplazas, dejando el protagonismo a las manos del corredor.

Aprovechando ese factor, y con una valentía y determinación impropias de un debutante, Senna comenzaría una inolvidable escalada.Subido a su TG184, partió desde la decimotercera plaza, sin impresionarle los nombres que le precedían, como los citados Prost y Mansell, o Niki Lauda, Nelson Piquet y Keke Rosberg, entre otros. Transcurridas nueve vueltas ya estaba sexto. ¿De dónde había salido ese bólido del doble alerón trasero?, debieron pensar los contrincantes.

Pero fue después del decimonoveno paso por meta cuando selló una maniobra antológica para situarse segundo. Al final de la recta de meta e inicio de la sección de Santa Devota, superó por el exterior al McLaren de Niki Lauda, quien se proclamaría campeón en esa temporada. El movimiento parecía imposible. Pero una apurada de frenada y las manos de Senna obraron el milagro.

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Persecución ‘sobrenatural’

Regresando a la cima, Prost disfrutaba de una plácida renta de 35 segundos al frente de la prueba dos giros después, en el 21º. Nada parecía poder amenazar su primer puesto. Pero, Senna ya le tenía en el punto de mira. Y a partir de ese instante sucedió algo que trasciende la lógica para entrar en el terreno de la épica y lo sobrenatural. El brasileño se lanzó a una persecución despiadada, temeraria. Tocado por los dioses de la velocidad, los amenazantes muros y protecciones, trampas insuperables para otros rivales, parecían aliarse con el paulista. Su velocidad endiablada le permitió reducir casitres segundos por vuelta respecto a Prost.

Inmerso en ese estado de gracia, convertido en un todo con su máquina, elevó su ritmo cuando más azotaba la lluvia. Así, en los giros 23º y 24º, cuandopeores fueron las condiciones de carrera , se mantuvo como el corredor más rápido.

Fruto de esa proeza, la ventaja de Prost, superior al medio minuto había caído, hasta los 7,446 segundos en el giro 31º, respecto a Senna. Era cuestión de poco tiempo que cazara al francés. Consciente de ello, el corredor galo agitó uno de sus brazos al cruzar la línea de meta. Con ese gesto indicó a los comisarios que dieran por concluida la ’batalla acuática’. El director de carrera, Jackie Ickx, lo aceptó en el siguiente giro, decisión que le costaría el puesto.

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A pesar del semblante muy serio en la entrega de trofeos, Senna había firmado una de las mayores lecciones de pilotaje en su trayectoria profesional y de la Historia. Comenzaba la leyenda del paulista y su reinado en las avenidas del Principado.

Fruto de esa proeza, la ventaja de Prost, superior al medio minuto había caído, hasta los 7,446 segundos en el giro 31º, respecto a Senna. Era cuestión de poco tiempo que cazara al francés. Consciente de ello, el corredor galo agitó uno de sus brazos al cruzar la línea de meta. Con ese gesto indicó a los comisarios que dieran por concluida la ’batalla acuática’. El director de carrera, Jackie Ickx, lo aceptó en el siguiente giro, decisión que le costaría el puesto.

A pesar del semblante muy serio en la entrega de trofeos, Senna había firmado una de las mayores lecciones de pilotaje en su trayectoria profesional y de la Historia. Comenzaba la leyenda del paulista y su reinado en las avenidas del Principado.

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